Entre pólvora y estandartes comienza San Bernabé

Sábado, 7 de junio 2025, 13:36

La ciudad ha vuelto a 1521. Cerca del mediodía, Conrado Escobar, daba el cañonazo de salida a las fiestas de San Bernabé bajo el arco de boj instalado al inicio de la calle Portales. Junto a él, un Miguel Sáinz, ataviado a las maneras de la época, una numerosa representación municipal y los Vendimiadores de la ciudad escucharon las palabras de la cronista de Logroño, Isabel Murillo, que daban la bienvenida a unas fiestas cuyo objetivo principal es devolver a los logroñeses «el orgullo de quienes dieron todo por esta tierra». Con la ayuda del artillero de las tropas logroñesas, el alcalde la ciudad hizo estallar el cañón, instaurando así una nueva tradición que podría compararse con el estallido del cohete de las fiestas mateas.

Acto seguido, la comitiva inició el camino por la calle Portales hacia la plaza del Mercado, seguida de los integrantes del grupo de la Guardia de Santiago, los Infantes de Santiago y numerosos voluntarios ataviados de logroñeses del siglo XVI. Allí, los representantes municipales visitaron los distintos puestos del mercado medieval instalados allí, en los que podían encontrarse desde patés y quesos de la zona hasta juquetes de madera, minerales, cerámicas o rosquillas, entre otros muchos productos. De allí, se dirigieron al final de la calle.

Portales para llegar hasta la plaza del Parlamento y atravesar la Puerta del Revellín camino al parque del Ebro. Primeramente, visitaron el campamento francés, donde les esperaba un juglar que les mostró una especie de laúd que sonaba en el Camino de Santiago del siglo XVI. Además, un responsable de armas llevó a cabo una demostración de artillería simulando un ataque al campamento logroñés, situado a unos metros en la misma zona.

Y por último, llegaron a territorio amigo, en la zona de los logroñeses, y tras unas salves con armas antiguas a cargo de varios de los voluntarios, el paseo finalizó con una foto de grupo a la que se sumaron varios miembros de la Cofradía del Vino. Con ello, la ciudad da por inaugurados unos días festivos en los que se conmemora el orgullo de ser logroñés.

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