En nuestra anterior crítica semanal de ‘The Last of Us’, dedicada al brutal segundo capítulo, intentamos no hacer grandes spoilers, avisando siempre sobre la … posibilidad durante la lectura, pero hay quien protestó en los comentarios y en las redes sociales por un simple subtítulo en el cual se aludía a «un inesperado y abrumador giro que pone todo patas arriba». Estas líneas no hacían referencia al gran shock que, quienes se han pasado el videojuego, ya conocían de sobra. La sorpresa podía venir ahí según el cómo y el cuándo, si se atrevían a traducir a imágenes el tremendo giro y en qué capítulo en concreto. El primer quiebro inesperado estalló antes de que nuestro corazón sufriera un golpe emocional, por una situación que no existe en el multiventas del estudio Naughty Dog: la horda de infectados atacando el pueblo de Jackson con una furia desatada sin parangón en la serie -fácil de relacionar con alguna de las míticas batallas de ‘Juego de Tronos’-.
Este hecho, el asedio a la aldea amurallada, es una novedad, y no es la única introducida por el guionista de la aplaudida ‘Chernobyl’. Sirva esta parrafada para reivindicar algunas cambios necesarios en la adaptación serializada para exprimir mejor el lenguaje audiovisual. Las diferencias entre la materia prima y su versión en imagen real son, generalmente, para mejor, para mantener al espectador en tensión en la butaca y al aficionado gamer contento si es que acepta las reglas de la partida: hay guiños directos, pasajes trasladados con extrema fidelidad y algunos temas añadidos que aportan dinamismo al live action. Cada medio es distinto, toca aceptar el trasvase para disfrutar de cada propuesta en su justa medida.
Vamos a intentar destripar lo mínimo el episodio, con cautela, para quienes lean las críticas antes de ver el capítulo, no a posteriori, y no conozcan el videojuego, pero insistimos: no queda otra que señalar y desvelar cierta información de interés en cada reseña semanal para estar al día en una de las series del momento. La tercera entrega de la segunda temporada de ‘The Last of Us’ deja claro de qué va esta esperada sesión. Su columna vertebral es, sin duda, el duelo. Cómo sobrellevar la pérdida y los sentimientos encontrados, el afán de venganza y el perdón. Jackson está de luto. Los viscoso cadáveres de los cientos de infectados exterminados rodean los restos de la muralla en el exterior. Carne de cañón. Mientras, en el interior, los heridos se acumulan mientras los supervivientes velan por sus muertos. El pueblo está en ruinas y de luto. Ellie amanece en el hospital improvisado. Grita de dolor por su amigo muerto. Joel ya no está para cuidar de ella. Su padrastro ha desaparecido por siempre, en manos de un grupo de desalmados. La inconformista protagonista está de nuevo huérfana, al igual que el público que había tomado a su compañero de fatigas, el paternalista personaje, como un referente. A partir de aquí, puede cambiar mucho el estado de las cosas.
Jackson retoma cierta normalidad, tres meses después de la tragedia. Los ciudadanos se organizan para salir del terrible bache. La comunidad responde al dolor con compañerismo. Ellie quiere convencer a los demás, más que a sí misma, de que lleva bien el duelo por el malogrado Joel. Se hace la dura pero, acorde a los rasgos del personaje, hierve por dentro. Así lo ve el rol de la psicoterapeuta presentada en el primer capítulo. Ellie siente el terrible vacío que ha dejado su amigo y, como Iñigo Montoya y su famoso momento en ‘La princesa prometida’, quiere vengarse: «Mi nombre es Ellie, tu mataste a mi padre, prepárate a morir». En la asamblea comunitaria, la pequeña apela al orden y al perdón, en un discurso plagado de mentiras que intentan esconder su rabia interna. Le cuesta dar las gracias, como a los millennial. No está para pasar página. Surge el debate ético sobre la venganza, el dilema moral, pero es imposible poner un torniquete a lo obvio. Tomarse la justicia por su mano, como antídoto contra la depresión, es lo que toca. O se acaba la historia.
Inevitablemente, hay rencillas en el pueblo. La situación es complicada. Se propone la posible partida de un grupo de personas en busca de los villanos para ejecutarlos, pero el resultado de la votación va por un lado quizás inesperado.«Hay personas a las que no se puede salvar», comenta la psicoterapeuta, en una de tantas escenas de gente hablando. Ellie, saltándose las normas una vez más, comienza un nuevo viaje donde encontrarse a sí misma, como en toda serie de esta índole. Hemos visto una tercera entrega de transición, con abundantes diálogos y un final en alto que describe un nuevo escenario, tras una emotiva escena de despedida simbólica. Los infectados por el hongo devorador no son el único problema en la travesía. Hay una amenaza mayor, sin excusa que valga, aún más impredecible: el ser humano. Se abren incógnitas y vuelven los paisajes apocalípticos. Carreteras devoradas por la maleza, vehículos abandonados y oxidados por el paso del tiempo, edificios verdes, cubiertos de vegetación… Una imagen distópica, tan bella como inquietante.
Enlace de origen : Crítica del episodio 2x03 de 'The Last of Us': comienza el viaje, truculento y emocional