Las minas no pudieron con sus vidas

En Camboya, el 18 de enero de 2007, poco antes de cumplir once años, el pequeño Mao jugaba con su amigo Lao, de trece, cerca del puente de Battambang, cuando se encontró con un objeto extraño. Lo recogió del suelo y lo golpeó con una piedra. La explosión le alcanzó de lleno. Era una mina antipersona. En el hospital le salvaron la vida pero perdió completamente la visión del ojo izquierdo y sufrió la amputación de su mano derecha y de dos dedos de la izquierda. El jesuita y prefecto español Kike Figaredo, que vive en el país desde hace tres décadas, lo acogió en el Centro Pedro Arrupe de la ciudad, especializado en niños víctimas de minas o con graves discapacidades. Allí pudo continuar sus estudios. Hoy Mao Rattanak tiene vientinueve años, vive con su esposa Ña Molika, y sus cuatro hijos, Karona, Muta, Rachona y Rattanak, en una casa muy humilde que les regaló su madre. Su hermosa voz le permite trabajar varios días a la semana como cantante en bodas….

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