
Sus señorías diputados del Parlamento de La Rioja tienen que cobrar bien. No como un ministro, pero tampoco el salario mínimo. O sea, un sueldo … digno que permita sus alegrías y que, ya de paso, haga que algún profesional de valía no se sienta insultado si decide dar el paso a la vida pública. Profesión que es, no me lo quitarán de la cabeza, cosa honrosa.
Pero aún estando yo convencido de tal cosa, he de admitir que di un respingo el otro día cuando leí la información de mi compañero Víctor Soto sobre los emolumentos de los parlamentarios riojanos.
Fíjense que lo que me llamó la atención no fue el bruto. No puedo juzgar si 70.000 euros son demasiados para un portavoz de un grupo, aunque ese grupo tenga dos diputados. Digamos que me parece «bastante», ese bonito adjetivo español que puede significar a la vez «suficiente» y «mucho».
Lo que de verdad me llamó la atención fue el crecimiento. El 2022 fue el primer ejercicio en el que el Parlamento riojano se profesionalizó. Es decir, que puso a disposición de sus señorías la posibilidad de cobrar un sueldo íntegro del Parlamento. Pues bien, en los siguientes dos ejercicios sus señorías se han subido en total el 25,9% el total de sus ingresos. Una subida , de media, del 12,5% cada año, para que me entiendan.
Como éxito de negociación colectiva es envidiable, no me negarán. Claro que el hecho de que sean a la vez ellos quienes cobran y quienes ponen esos sueldos probablemente haya facilitado la cuestión. Este último año, por si quieren compararlo, las nóminas dependientes de convenio subieron de media un 2,9 en La Rioja.
Será, digo, que los diputados quieren mejorar la estadística con aportación. En todo caso, esperemos que paren: a un 12,5% anual, acabaremos por no poder permitirnos un parlamento. Y sería una pena, oye.
Jueves Defensa
Tener y no necesitar
Acuerdan los países de la Unión Europea aumentar, y aumentar mucho, su gasto en defensa. No es una sorpresa, asediada como está Europa por el loco ruso y por su sucursal en Washington. Pero no es motivo precisamente de alegría. Que la palabra «guerra» se acerque a nuestro vocabulario es un fracaso colectivo, una vuelta a lo peor que le puede pasar al ser humano. La guerra es el infierno, ese infierno del que precisamente la UE trataba de huir porque para eso, y no para otra cosa, nació esta unión.
Inevitable es que nos armemos, parece. Mejor tener y no necesitar que necesitar y no tener, se diría, y ojalá que la pura voluntad de disuadir sirva para esa disuasión. Aunque convendría recordar de lo que hablamos cuando hablamos de guerra. Y por ejemplo, mirar a la cara a los jóvenes de nuestras calles, de nuestras familias, e imaginarlos con un arma en la mano, matando y muriendo.
El infierno, ay. Odio eterno a quienes lo promueven.
Jueves Coches
600 capullos
Sois unos capullos. Os diría otras cosas más feas, pero intento no ser palabrotero en el periódico. Leo que sois unos 600, que seguís una especie de circuito de carreras ilegales y quedas absurdas por la ribera del Ebro y Soria.
Que os juntáis en un polígono, pegaditos a la carretera donde otros aún más capullos hacen trompos, chirrían ruedas, incluso compiten. Jaja, qué divertido.
Alguna noche, sin embargo, alguno de los capullos motorizados perderá el control y se llevará por delante a unos cuantos. Ya verás. Jaja. Qué risa.
Enlace de origen : El 25% de sus señorías