Morales aparece de repente, tras un recodo de la carretera, acostado sobre un lecho sinuoso y verdegueante. Su iglesia, orgullosamente situada en lo alto de una loma, tiene dos espadañas unidas, fabricadas con materiales diferentes: en la de piedra están las campanas y en la de ladrillo, un reloj desvencijado. Los censos de población le atribuyen 19 vecinos. Uno de ellos es José Luis Bravo, de 80 años, que a estas horas de la mañana está con un serrucho a la entrada de su parcela. Se dispone a podar los árboles. Hay manzanos, perales, higueras, ciruelos. «Este año tengo la huerta un poco descuidada», lamenta. Al fondo, sin embargo, asoman unas coliflores majestuosas. José Luis Bravo lleva puesto un buzo de la cooperativa de patatas Garu y ha dejado aparcado su tractor, un mastodóntico Ford 100, junto al murete. Aunque vive en Santo Domingo y tiene a las hijas en Logroño, viene todos los días. «Pero el campo ya no da –se queja–. El gasoil sube, los abonos suben y los cereales bajan. Si esto continúa así, toda la tierra se va a quedar de monte».
José Luis Bravo nació en Morales, pedanía de Corporales, en 1944. Su pueblo tiene una singularidad administrativa: es uno de los cuatro enclaves riojanos considerados «entidad local menor», un escalón por debajo del municipio y otro por encima del barrio. A Morales le costó sudores acceder a este estatus especial. El Gobierno de La Rioja se lo denegó en 1985 y el pleito posterior acabó llegando hasta el Supremo, que dio la razón a los vecinos. Finalmente, un decreto autonómico de 1993 aprobaba «la constitución del barrio de Morales como entidad local menor, dentro del término municipal de Corporales». Se unió así a dos pedanías históricas, Quintanar de Rioja (Villarta-Quintana) y Villaseca (Fonzaleche), a las que dos años más tarde se añadiría Santa Lucía de Ocón. Cuando llegan las elecciones municipales, los vecinos tienen una urna especial para escoger al alcalde pedáneo. En los demás barrios –por muy populosos que sean y por muy separados que estén del núcleo principal– no existe esa previsión y es el regidor del municipio al que pertenecen el que, si lo desea, puede nombrar a un concejal para que asuma esas funciones.
En Morales ese cargo lo ejerce Agapito Castro, que está a punto de cumplir 90 años. Desde hace cinco décadas gobierna un pueblo que parece sacado de una novela de García Márquez: un pavo real se pasea entre los perros con altanería e indiferencia, juguetes reciclados decoran las paredes, hay un guitarrista de madera y un árbol de botellines. Pamu y Adelaida, vizcaínas, llegaron hace 24 años, compraron una casa en la plaza mayor, la arreglaron y no se arrepienten: «En verano se llena y todo se anima; pero el invierno también tiene su encanto. El pueblo está bonito y los pocos vecinos que estamos nos llevamos bien». Como corroborándolo, su perra Elsa, pacífica y contoneante, olisquea a los forasteros y les pide caricias.
«En verano se llena y todo se anima; pero el invierno también tiene su encanto»
Villaseca, con la iglesia de San Román.
Justo Rodríguez

De las cuatro entidades locales menores que existen en La Rioja, Quintanar y Villaseca son antiguas, aunque su inscripción en el registro del Ministerio del Interior data de los años ochenta. En la práctica funcionan casi como municipios independientes, aunque la ley señala dos salvedades: la potestad tributaria se debe limitar al establecimiento de tasas, contribuciones especiales y precios públicos; y los acuerdos relativos a expropiaciones forzosas, operaciones de crédito y disposición de bienes tienen que ser ratificados por sus ayuntamientos respectivos. En los años cincuenta, Villaseca trató incluso de independizarse por completo de Fonzaleche, pero el Ministerio de la Gobernación se lo negó por «no poseer los recursos suficientes». Hoy, con 42 habitantes censados, mantiene su autonomía como entidad local menor y exhibe como emblema el bellísimo ábside románico de su iglesia parroquial.
Quintanar de Rioja, a 12 kilómetros de Morales y 33 de Villaseca, es un pueblo singular por muchos motivos. Ocupa una peninsulita que, por algún extraño capricho cartográfico, se mete en la provincia de Burgos como si estuviera encajando la pieza de un puzle. Forma parte de un ayuntamiento bifronte (Villarta por un lado, Quintana por otro) y, aunque los carteles no lo indican, para llegar a él por carretera no hay más remedio que pisar durante unos kilómetros la provincia de Burgos. La estrechísima punta de tierra que une Quintanar con el resto de la comunidad autónoma está ocupada por un frondoso monte de hayas, robles y pinos silvestres, muy popular entre los cazadores y los recolectores de setas.
Una calle, bien pavimentada, de Quintanar de Rioja.
Sonia Tercero

«Buscábamos una vivienda en La Rioja. Alguien nos habló de Quintanar. Esto nos encantó»
Es Quintanar un lugar limpio y bien ventilado. En algunas calles hay bancos metálicos con el emblema de la Caja de Burgos. «En esta calle se pueden curar longanizas», bromea Roberto, un vitoriano que lleva años afincado en este extremo de La Rioja. Minutos antes ha saludado a Fidel Collado y a María del Carmen Santiago, dos bilbaínos que hace treinta años encontraron aquí su lugar en el mundo. Compraron una casa antigua, grande, desvencijada, y la han ido recuperando con mimo, sudor y paciencia. «Buscábamos una vivienda en La Rioja y un día, tomando café en Santo Domingo, alguien nos habló de Quintanar. Esto nos encantó», explica Fidel.
El Ayuntamiento ocupa un edificio de buen tamaño, encalado, que mira hacia la sierra. Francisca Martínez Agustín ocupa la Alcaldía pedánea desde 1999. «Con Villarta y con Quintana tenemos muy buena relación –explica–. Nosotros hacemos nuestros presupuestos y manejamos nuestras subvenciones». Su mayor preocupación ahora es mejorar la captación de agua, pero se muestra orgullosa de la implicación de los jóvenes y de la belleza de su monte. «Tienen que volver ustedes en otoño», sugiere.
Santa Lucía de Ocón quiere revertir su autonomía
Santa Lucía de Ocón es la entidad local menor más populosa (91 habitantes) y más joven. Accedió a esta condición en 1995 mediante una ley autonómica aprobada por la Diputación General de La Rioja. Sin embargo, el año pasado una mayoría de sus vecinos votó a favor de su integración completa en Ocón. El Ayuntamiento cabecero recogió esa decisión y la refrendó por unanimidad. El proceso queda ahora pendiente del dictamen del Gobierno de La Rioja, que se propone resolver el expediente antes de que finalice el año.
Límite de sesiones alcanzadas
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.
Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Sesión cerrada
Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.
Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.
Este contenido es exclusivo para suscriptores
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Enlace de origen : Ni municipios ni barrios ni aldeas