
Lunes, 4 de noviembre 2024
«El agua iba a una velocidad brutal». Es la frase que repiten uno tras otro los vecinos de Paiporta, Torrent, Algemesí, Aldaia, Picanya, Chiva o, ya en Albacete, Letur. La crecida de la rambla del Poyo quintuplicó el caudal del Ebro y llegó a los 2.000 m3 por segundo, una cifra nunca antes vista.
En torno a las 23:00 horas, los vecinos de Chiva escucharon un gran estruendo. La Mutua, uno de los edificios más emblemáticos, se vino abajo.
La parte trasera cedió tras el embate feroz del agua. Los más de 2.000 m3 por segundo «lavaron el terreno» -explica Sigfrido Hernández, decano del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM)- y finalmente se derrumbó. Ahora el miedo se traslada al resto de edificaciones.
El Ayuntamiento estima que hay varias y unas 20 fincas en riesgo de derrumbe, con decenas de vecinos afectados. El Consistorio, de hecho, ha lanzado una llamada urgente a las constructoras para que vengan a apuntalar decenas de viviendas en riesgo de hundimiento. El temor también se extiende más allá de los confines de la provincia de Valencia.
El servicio de arquitectura de la Diputación de Albacete ya contabiliza hasta 10 edificios en Letur (Albacete) en riesgo de derrumbe tras el paso de la DANA. Las edificaciones más afectadas se encuentran en las calles Moreras, Aurora, Barranco y Garrobo.
«Tenemos que ser lo más rápidos posibles para la supervisión de todas las infraestructuras afectadas por las inundaciones», advierte Hernández. «El agua provoca daños por la velocidad y también por la acumulación», explica el decano del Colegio de Arquitectos de Madrid.
Cuando el agua alcanza 1 metro de altura se acumula el 80% de los daños. A partir de esta altura, el agua puede causar también daños estructurales en los edificios.
En algunos puntos, la riada superó el metro de altura e, incluso, llegó hasta los dos y tres metros. No solo es esto, sino también la fuerza y la velocidad a la que se desplaza, que «arrasa con todo lo que encuentra», explica Federico Bonet, exdecano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en la Comunidad Valenciana.
En su recorrido desde lo alto del barranco del Poyo, el agua se llevó por delante coches, cubos de basura, camiones, árboles. «Las edificaciones no están habitualmente preparadas para soportar estos aumentos bruscos y cargas laterales por el aumento de cauces», aclara Hernández.
La entrada de agua en una edificación se puede producir por varios puntos: ladrillos, grietas, ventanas, sótanos o juntas de dilatación. «El derrumbe se puede ocurrrir en horas, mañana, o en unas semanas», explica el decano del COAM. La preocupación para los técnicos no son los golpes a las estructuras, sino los daños ocultos que ha podido dejar la riada. «Es lo que técnicamente se llama descalzar», apostilla Bonet.
Todo edificio está edificado sobre zapatas, un tipo de cimentación superficial. Estas consisten en un ancho prisma de hormigón situado bajo los pilares de la estructura. Su función es transmitir al terreno las tensiones a que está sometida el resto de la estructura y anclarla. «El problema que tenemos que detectar es cuántas de esas zapatas han quedado al descubierto por el lavado del terreno», advierte Hernández. «Si pierde su soporte, la estructura rígida empieza a agrietarse».
La información relativa a los diferentes daños del agua en los edificios ha sido consultada en el documento de Recomendaciones para la construcción y rehabilitación de edificaciones en zonas inundables publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica.
En la elaboración de esta pieza ha colaborado Héctor Esteban.
Enlace de origen : Explicación visual | «Hay casas que se pueden derrumbar mañana, en semanas o en años»